Por Ernesto Partida pedroza
Prácticamente todos hablamos de lo mal que esta el sistema educativo nacional, mucho se culpa a la “maestra” de la pésima calidad de la educación, siempre exigimos a las autoridades que se corrija el problema y las autoridades solo miden los “avances” pírricos que se dan cada año, mientras que otros países dan los grandes saltos en esta materia.
El problema es que no hemos identificado los grandes paradigmas que nos mantienen atrapados en ellos y no hemos sido capaces de crear otros que nos lleven a dar los saltos que los otros países han sabido dar.
Creo que el principal de ellos es el concepto mismo de Educación.
Hemos funcionado con el concepto de que educar es darle toda la información que el alumno ignora, como si su mente estuviera vacía.
Esa es la primera falsedad.
Los griegos ya conocían el verdadero concepto de educación, ellos usaban la palabra “mayéutica”, que consistía en hacer abortar las ideas de la mente, sabían que cada individuo tiene el talento y lo único que se debe hacer es que broten las ideas de uno mismo.
Esto es sin duda la experiencia más extraordinaria, con esto se hace propia cada idea, con esto se llega a la verdadera comprensión de un tema.
Hay una palabra que designa esta experiencia que se llama “cognición”.
Esto se ve cuando el niño dice, “Ya lo entendí” y esto se acompaña de una gran emoción por parte del alumno.
La mayor parte de los alumnos no experimentan esa emoción porque solo se trabaja con información que no constituye el conocimiento.
Este es otro paradigma.
La información son simplemente datos que se acumulan en la mente del alumno que no tienen una utilidad por sí misma.
La falta de articulación con algo provoca que se borre o “desaparezca”.
En otras palabras, es un montón de datos que no se articulan con nada.
En cambio, el conocimiento es la misma información pero a la cual se le agrega la propia experiencia, esto quiere decir que uno mismo pone a prueba esa información, se ha desechado lo que no le sirve y se le agrega la que la experiencia le dicta a uno.
Otro paradigma es enseñar lo que otros piensan o enseñar a pensar.
Lo que tradicionalmente se ha enseñado es lo primero, cuando lo que debimos haber usado es lo segundo.
Los filósofos griegos es lo que enseñaban y nosotros lo que hemos venido haciendo es repetir lo que los ellos pensaban.
El verdadero reto en la educación esta en enseñar a pensar, no en decirle al alumno lo que debe pensar.
Pero para enseñar a pensar, el maestro debe saber hacerlo.
Nadie puede dar lo que no tiene.
¿Cómo enseñar a pensar?
Nuevamente hay que volver a los griegos, ellos observaban lo que había a su alrededor, se cuestionaban todo lo que veían y eran capaces de sacar conclusiones.
Cuando uno realmente observa los problemas llega uno a comprenderlos y muchas veces a desaparecerlos como problemas.
Cuando convertimos los problemas en retos, nos puede llevar a que los enfrentemos y ahí empieza uno a solucionarlos.
Actualmente vivimos en una mar de información en que cualquiera se pierde y se confunde.
Los maestros pierden el tiempo tratando de proporcionar información.
La tarea del maestro debiera ser la de enseñarle al alumno a procesar la información, tal como lo hace una computadora.
Esa es una paradoja de nuestro tiempo, hemos sido capaces de crear la computadora y al mismo tiempo de enseñarle a procesar la información, pero hemos sido incapaces de enseñarles a los niños a procesarla.
Otro paradigma es la domesticación o la educación.
Lo que actualmente tenemos es una domesticación, no es una educación.
La domesticación produce la dependencia a las circunstancias, la autentica educación trae como consecuencia que el estudiante se comprometa a transformar su propia realidad.
La domesticación enseña a obedecer y a depender, de que alguien pueda crear los empleos para que él se pueda emplear.
La educación produce emprendedores. Esto es lo que necesitamos con urgencia.
Creo que estos son los paradigmas básicos que nos tienen atrapados y que no tenemos porque esperar a que las altas autoridades del país se den cuenta de ello para nosotros empecemos a actuar.
Nosotros como padres de familia y como maestros podemos empezar por hacer los cambios, mientras haya más que inicien la reforma en los hogares y en los salones de clases, habrá más alumnos brillantes y estos contagiaran a los demás de entusiasmo, de alegría de aprender y eso se notara en amplios sectores de la sociedad.
En muy breve tiempo se puede crear un movimiento que nadie lo pueda parar.
Es ya tiempo de hacer los cambios, esto es más efectivo que exigir que otros hagan.
La mejor forma de protestar es haciendo las cosas en función de la escena ideal.
Es poner el ejemplo.
Esta es la forma de hacer que los problemas caigan por su propio peso.
Por supuesto, se requiere una formación distinta de maestros.
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