Empujar,
sacudir o abofetear a un niño puede provocar que al crecer sea más propenso a
desarrollar obesidad, males cardiovasculares y artritis, de acuerdo con una
investigación pionera de la Universidad de Manitoba, Canadá. El estudio,
realizado a 34 mil 226 adultos y publicado en la edición más reciente de
la revista Pediatrics, explora por primera vez la relación entre el
"castigo físico severo" (golpes, jalones y cachetadas) y las
enfermedades de la edad adulta.
En colaboración con algunos profesores de la Universidad McMaster, de Ontario, los investigadores de la Universidad de Manitoba revisaron la información recolectada de las entrevistas a voluntarios mayores de 20 años de edad en Estados Unidos. Las entrevistas, que duraban aproximadamente tres horas, indagaban la manera en que estas personas fueron tratadas durante su infancia y sus condiciones de salud actuales, dijo en entrevista con CNNMéxico la profesora Tracie O. Afifi, líder del proyecto.
En colaboración con algunos profesores de la Universidad McMaster, de Ontario, los investigadores de la Universidad de Manitoba revisaron la información recolectada de las entrevistas a voluntarios mayores de 20 años de edad en Estados Unidos. Las entrevistas, que duraban aproximadamente tres horas, indagaban la manera en que estas personas fueron tratadas durante su infancia y sus condiciones de salud actuales, dijo en entrevista con CNNMéxico la profesora Tracie O. Afifi, líder del proyecto.
La
investigación hizo una clara distinción entre dos tipos de maltrato infantil
para no generar confusión. Solo incluyó a personas que recibieron "castigo
físico severo" y se dejó fuera a víctimas de "abuso infantil, como
abuso sexual y abandono. Los resultados mostraron un vínculo directo entre el
grupo de adultos que padecía artritis y obesidad, con un historial de
castigos severos durante su infancia. Esta relación también fue detectada, en
menor medida, entre adultos que presentan de manera prematura problemas
cardiovasculares.
De
los entrevistados, el 4 por ciento se ajustó a la definición de haber sido duramente
castigados cuando eran niños. En ese grupo, la tasa de obesidad fue mayor (31
por ciento), en comparación con quienes no reportaron ningún castigo físico
duro (26 por ciento). El grupo de quienes fueron duramente castigados de niños
también tuvo tasas más altas de artritis (22.5 por ciento, contra 20 por ciento
del resto) y enfermedades del corazón (9 por ciento, frente a 7 por ciento).
Castigo y obesidad
En
2012, O. Afifi publicó en Pediatrics el estudio Castigo físico y
desórdenes mentales, que se concentró en los daños provocados al cuerpo de
los niños que reciben golpes. Ese reporte se convirtió en el antecedente de su
nueva investigación, pues desde entonces detectó algunos efectos en la
obesidad. La investigadora aclaró que aún falta estudiar si el castigo
físico también genera obesidad infantil.
"Falta
profundizar en esta investigación, pero hay muchos datos que sustentan la idea
de que hay un puente directo entre castigo físico y obesidad. Para algunas
personas entrevistadas el estar sometidos a castigos físicos constantes fue el
equivalente a crear un ambiente de estrés permanente y la respuesta fue
desarrollar hábitos alimenticios desorganizados que propiciaron su
obesidad", explicó.
"Esos
casos particulares pueden ser asociados con patrones generales de conducta
frente al estrés y pensamos que una futura investigación más profunda sí podría
mostrar un efecto directo del castigo físico y la obesidad infantil",
agregó. El objetivo de estos datos es que exista un apoyo científico al debate
social sobre la conveniencia o no de aceptar el castigo físico severo, señaló
O. Afifi. "A nivel social se discute actualmente sobre la validez o no de
aplicar castigos físicos a los niños para su educación", dijo.
"Este
estudio que publicamos muestra que hay bastante evidencia sobre los efectos
negativos del castigo físico severo y que si continúan los estudios veremos que
no somos los únicos que encontraremos datos de los resultados perniciosos
de esta forma de educación", detalló la especialista del Departamento de
Ciencias de la Salud Comunitaria, en la Facultad de Medicina de la Universidad
de Manitoba.
"Esperamos
que estos resultados promuevan un cambio cultural en los lugares donde el
castigo físico severo es aceptado y usado cotidianamente para educar a los
niños”.